viernes, 2 de septiembre de 2011

El síndrome del padre "desinquieto"

Conocíamos el síndrome del niño hiperactivo, el síndrome de piernas inquietas, el síndrome de Down, etc. Estamos acostumbrados a tropezarnos con niños asilvestrados a los que se les permite toda clase de caprichos, que campan a sus anchas por cualquier lugar público sin ninguna sujeción, niños que, cuando estamos comiendo tranquilamente en un restaurante, nos tiran bolitas de papel o corren alrededor de la mesa, sin que sus padres les llamen al orden, lo más un "deja tranquilo a los señores..." dicho sin mucha convicción por uno de los progenitores.
O cuando estamos en la playa se ponen a jugar a la pelota justo donde te encuentras tú. U organizan carreras en el aeropuerto mientras les dan unas cuantas patadas a tu equipaje y el amoroso progenitor alfa o beta (según la nomenclatura de este glorioso gobierno socialista) te mira para ver que cara pones (y se supone que tienes que reir las gracias de su niño).
Bueno, este especimen de niño "desinquieto" (como dicen en mi tierra) ya lo conocía pero ahora (serán estos niños que ya han crecido y han formado familia) suelo encontrarme cada vez más con el caso de niños tranquilos con padres "desinquietos" que van llamando la atención donde quiera que van. Cómo si estubiesen siguiendo algún método pedagógico que tubiéramos que conocer los demás, dan voces en el avión explicándole a un niño silencioso los pormenores del viaje o agarran al pobre niño y lo zarandean en un pretendido juego que sólo ellos entienden mientras el niño les mira con cara de pensar: ¡qué habré hecho yo para merecer esto!.
Como ya dije debe de ser que aquellos niños de pequeños fueron inquietos, ahora de mayores lo son más.
Carpe Diem