lunes, 20 de diciembre de 2010

La conjura de los necios

"La conjura de los necios" es el título de una de las dos novelas de Robert Kennedy Toole (la otra es "la biblia de neón"), autor muerto prematuramente, pero galardonado con el premio Pulitzer a título póstumo, gracias al empeño y tesón de su madre para que su obra fuera publicada.
Recomiendo encarecidamente la lectura de "la conjura ...". Es una novela llena de humor muy inteligente y trashuma ironía y acidez por todos los poros. Un crítico definió al obeso protagonista como una mezcla de don Quijote adiposo con un Oliver Hardy (el gordo del gordo y el flaco) delirante.
El título de este comentario viene a cuento de un hecho sucedido en un instituto de Cádiz: los padres de un alumno musulmán denuncian a un profesor por atreverse a comentar que los jamones se curan mejor al aire de la sierra o algo así. Pero que es una denuncia ante la policía y la policía se presenta en el centro y le toma declaración al profesor.
Este país no tiene remedio y estoy de acuerdo con Carlos Herrera quien esta mañana en su programa "Herrera en la Onda" decía: "... es que la fábrica de cretinos de este país trabaja a tres turnos y a pleno rendimiento. Ahí sí que somos punteros ...". Pero ¿cómo se le puede dar siquiera curso a esta denuncia?, ¿por qué se humilla innecesariamente a este profesional yendo la policía a su centro de trabajo a interrogarlo como si hubiera cometido un delito?. Vale, que se archiva la denuncia, pero yo espero que no quede impune, que se condene a estos padres a pagar una multa por denuncia maliciosa y también estoy de acuerdo con Herrera en que se debería de investigar en qué mezquita o escuela religiosa recibe este chico esta educación fundamentalista e intolerante con las costumbres y cultura del país en el que vive.
Carpe diem

viernes, 10 de diciembre de 2010

¡Perfectos mierdas!

Con el follón de los controladores todavía caliente, me ha venido a la mente el epíteto que Arturo Pérez Reverte le dedicó al exministro Moratinos después de su llantina en el Congreso de los diputados: "Perfecto mierda".
Creo que Arturo (corresponsal de guerra por más de 20 años, escritor de éxito y académico de la lengua española), como persona de dilatada trayectoria vital, vio despreciable las lágrimas de cocodrilo en un individuo privilegiado ante la pérdida de dichos privilegios (coche oficial, residencia-palacio, mayordomos, el burdeos de mejor calidad, ...).
Y estos días he visto también la llantina de una de las controladoras aéreas quejándose de lo mal que estaban anímicamente por forzarles a trabajar y pasar a ser controlados (valga la redundancia) por el ejército del aire. La verdad es que el calificativo de Pérez Reverte me vino en seguida a la mente.
Estos individuos privilegiados (privilegiados no sólo por su salario, sino, además por el mero hecho de tener trabajo en este país de cinco millones de parados y por tenerlo seguro) deciden que no les corresponde trabajar más horas y se van a casa. Imagínense lo que pasaría si los médicos del Servicio Público Sanitario (esa es otra, que su salario sale de nuestros impuestos como el de cualquier funcionario) decidieran que ya han trabajado bastante y se marchasen dejando a los enfermos en los hospitales o en las consultas a su suerte.
O los profesores cansados de lo mal que está lo de la enseñanza cogieran y ...a casa, dejando las Escuelas e Institutos a la de Dios.
Lo dicho: Perfectos Mierdas.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Concejales, manitas de ministro y otras delicias gastronómicas

No hace mucho al ir a cenar con mi mujer a una conocida tasca conejera, cuando la camarera nombraba los exquisitos platos de la carta le llegó el turno a uno que me sorprendió: "concejales".
-¿Concejales? (inquirí)
-Sí concejales, es decir, tollos (me respondió).
Lógicamente esbozamos una sonrisa ante la coincidencias de nombres entre el plato gastronómico y el cargo político. En Canarias decirle a alguien que es un "tollo" es llamarlo torpe, lerdo. Y, ciertamente, creo que el nombre le va como anillo al dedo.
Días después descubrí que este término no es sólo propio de Lanzarote, pues en un establecimiento de comidas para llevar de La Laguna tenían tollos y le comenté la anecdota a la dependienta (que es de Las Mercedes). Según ella este término es usado desde siempre por la zona.
Pero ete ahí que las similitudes de nombres de cargos políticos con platos gastronómicos no acaban aquí. Leyendo la recopilación de artículos de Arturo Pérez Reverte "Cuando eramos honrados mercenarios", me encontré con uno titulado "manitas de ministro".
En él, Arturo cuenta como en uno de sus viajes por carretera se detiene a comer en uno de esos restaurantes muy frecuentados por gente trabajadora y llana. Y oye como el camarero lee la carta a una mesa, entre otros platos nombra las "manitas de cerdo". Después de una pequeña pausa uno de los comensales dice:
-Ponme uno de esas "manitas de ministro".
Ni una sonrisa en la mesa, todos concentrados en su plato.