miércoles, 17 de febrero de 2016

General Eduardo López Ochoa, in memoriam



General Eduardo López Ochoa en 1934
Acabo de terminar de leer la novela "La noche de los tiempos" de Antonio Muñoz Molina, un libro denso y profundo, como casi todos los de este autor. La acción se sitúa en los momentos iniciales de la Guerra Civil española del 36 y mezcla personajes reales (Juan Negrín, Azaña, Bergamín ...) con otros ficticios. Es muy interesante porque te vas haciendo una composición de los hechos de forma muy natural.
Con la honradez que caracteriza a Antonio Muñoz, describe lo que sucede alrededor del protagonista (arquitecto, padre de familia, responsable de la construcción de la ciudad universitaria), sin disimular las barbaridades que se cometen en la zona republicana, concretamente en Madrid, donde queda separado de su mujer y sus hijos. Describe las miserias que todos los humanos seríamos capaces de realizar en determinadas situaciones, por cobardía, por miedo ... por muchas causas.
Pero de los personajes reales que menciona, me ha impactado el trágico final del General Eduardo López Ochoa. Seguramente no se encontrará en toda España ninguna calle dedicada a la memoria de este militar, que comandó el ejército que derrotó a los mineros sublevados en Asturias en 1934, sublevación en contra de la II República. Este militar que fue significado al comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, para posteriormente convertirse en exiliado contra la misma, por sus ideas liberales. Convencido republicano y masón. Evitó que la represión de la revuelta asturiana acabara en una carnicería como tal vez hubiera ocurrido si el teniente coronel Yagüe, al mando de las tropas moras, hubiera campado a sus anchas.
La revuelta asturiana del 34, fruto de extremistas de izquierda, contra la II República, pretendía el derrocamiento de la misma y la instauración de un régimen de fanáticos socialistas, comunistas y anarquistas. El siguiente vídeo retrata un poco la situación:




Posteriormente, en 1936 cuando cambia el gobierno de la República y entra en el gobierno el Frente Popular, se ordena detener al General Eduardo López Ochoa para juzgarlo por la represión de Asturias (así paga la República los servicios a sus héroes). En los primeros momentos del levantamiento contra la República, en agosto de 1936, estando el general en el hospital militar de Carabanchel, es sacado a la fuerza por individuos animados por la prensa comunista que apodaba al general "el carnicero de Asturias", aprovechando el caos y descontrol que reinaba en aquellos en la zona republicana, donde el gobierno era incapaz de garantizar la libertad y la vida de los ciudadanos. El general es fusilado y su cadáver decapitado. La cabeza fue exhibida por Madrid e incluso se pretendió enviarla a Asturias para que los perdedores de la Revolución Asturiana tuvieran un desagravio. 
Triste final para un gran general ya que fue asesinado por defender la libertad. Ninguna calle de España recordará su nombre porque los franquistas lo consideran un masón republicano, mientras que los republicanos le agradecen sus servicios asesinándolo, humillándolo y vilipendiándolo. ¡Que asco de país...!

Cadáver decapitado y desnudo del general