lunes, 26 de mayo de 2014

La soledad del camino

Sorprende al viajero no avisado ver el busto de Josefina Pla nada más desembarcar en el islote de Lobos. Sorprende más todavía enterarse de que corresponde a una periodista y escritora nacida accidentalmente en dicho islote, cuando su padre ejercía las funciones de farero. Aunque desarrollaría toda su labor literaria en Paraguay.

Faro de Lobos al fondo

Josefina Pla en Lobos




Siempre me ha fascinado la profesión de farero, su soledad misteriosa y poética. Muchas veces en un entorno hostil e ingrato pero con ese encanto que envuelve lo desconocido. 
Hace muchos años, en Tenerife, caminando por el sendero que lleva desde Chamorga al faro de Anaga me encontré con dos tipos con pinta de hippies, que venían del pueblo y la llegar a la altura del faro gritaron: ¡Pepe, la cerveza!, porque, según me explicaron, el tal Pepe, que era el farero, estaba en deuda con ellos por cierta maquinaria que habían ayudado a subir o a bajar (no recuerdo bien) hasta el faro. Abajo en Roque Bermejo había una hermita (que perteneció a la familia Ossuna) y unas huertas que trabajaban estos chicos.


En el Hierro, el faro de Orchilla tenía una placa dedicada al emigrante. Si no recuerdo mal decía: "Faro de Orchilla, tristeza y alegría del emigrante herreño". Tristeza porque era lo último, de su tierra, que veían los emigrantes antiguamente al marchar con el barco, y alegría, porque era lo primero que veían cuando retornaban.

Faro de Orchilla


En Lanzarote todavía vive el que fue farero, hijo de fareros, Agustín Pallarés farero de Alegranza. Este estudioso de la toponimia y la historia de Lanzarote, comenzó su relación con Alegranza desde muy joven cuando a los nueve años llega junto a su padre a este islote, convirtiéndose más tarde él mismo en farero.

Faro de Alegranza o de Punta Delgada


Pero quizás sea el faro más literario y famoso el que da nombre a la obra de Julio Verne: "El faro del fin del mundo". Faro real y homónimo que existe todavía en la Patagonia argentina. Es el faro más antiguo de Argentina y el primero en construirse en tierras australes. La imaginación desbordante de JulioVerne sitúa allí a un intrépido farero que lucha contra la piratería.

Faro del fin del mundo o de San Juan de Salvamento
Esta casta en extinción de hombres (y mujeres, como la farera del faro del San Cristobal en La Gomera) tranquilos, que veían venir el amanecer sin miedo, que sentían el silvido del viento a través de las ventanas en las oscuras noches, que contaban las estrellas de un cielo limpio, deja paso ahora a la tecnología moderna que prescinde de ellos mediante los faros automáticos, postergando a estos valientes al olvido.

Salud
























 

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