martes, 22 de marzo de 2011

¡Terremotos no!

¡Hay que ver como es la madre naturaleza!, en cuanto menos te lo esperas te lanza un zarpazo que te levanta del sillón y te das cuenta de que el pequeño mundo feliz en el que vivimos no lo es tanto.
Ahí tenemos lo que ha ocurrido en Japón: un terremoto seguido de un maremoto (tsunami) que arrasa todo a su paso. Miles de muertos y devastación.
Un terremoto de grado 9 en la escala Richter (el quinto más violento desde 1900, año en que se empezaron a registrar las sacudidas sísmicas). A pesar de que los edificios japoneses se construyen para resistir terremotos, los maremotos subsiguientes no hay quien los pare.
Parece que no nos damos cuenta de que lo milagroso es que estemos viviendo en un pequeño planeta situado en un pequeño sistema planetario, situado en un recodo olvidado de una galaxia perdida en la inmensidad del espacio. No somos conscientes de lo precario de nuestra existencia hasta que mamá Naturaleza nos lo recuerda.
En este caso de Japón, la devastación y la gran mortandad de personas y animales, ha pasado a un segundo plano porque una central atómica se encontraba donde no debía estar, en una zona de alto riesgo sísmico y a resultado seriamente dañada por el maremoto.
Inmediatamente ha saltado a la palestra un comisario europeo de energía hablando de "apocalipsis nuclear", creando una alarma injustificada, ya que no contaba con más datos que los de prensa; y los llamados "ecologistas" han desempolvado las viejas pancartas antinucleares: "Nucleares no".
Yo iría más lejos, iría al origen del problema y le pediría a esa pérfida madrastra que es la Naturaleza: "Terremotos no". Así evitaríamos tanta miseria y ruina. ¿O no?
Carpe diem.

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