viernes, 22 de julio de 2011

Mi idolatrado hijo Sisí

"Mi idolatrado hijo Sisí" es el título de una de las novelas de ese genio que fue Miguel Delibes, y aunque la temática no es exactamente la que concurre en este asunto, puede valer para recordar aquella España de la época franquista donde el cacique o facha (palabra que le encanta usar a esa progresía paleta cuando quiere insultar a alguien) del pueblo se llevaba a su primogénito de putas cuando alcanzaba la mayoría de edad, vamos para descapullarlo.
Hasta hace poco a Casimiro Curbelo sólo lo conocíamos aquí, en Canarias, como ese político gomero que lleva desde 1982 de una manera u otra metido en todas las instituciones públicas: como alcalde de San Sebastián, parlamentario en el Parlamento Canario, senador y presidente del Cabildo de La Gomera, muchas veces compatibilizando varios cargos (toda su trayectoria laboral se ha ceñido a vivir de las arcas públicas), toda una vida de sacrificio por la ciudadanía. Ahora salta la noticia a nivel nacional de la detención por la policía de este probo ciudadano.
Por lo visto, como Casimiro pasaba temporadas en Madrid como senador (compatibilizándolo con su cargo de presidente del Cabildo de La Gomera) y como su hijo había terminado la carrera de arquitectura, se fueron a celebrarlo a una marisquería con otro amigo y, como la noche es larga, ¿donde mejor para terminarla? en un puticlub, y claro un cubata, otro martini, el ron añejo gomero, el guarapo y yo que sé qué más, se les subieron a la cabeza y venga a liarla con las pobres meretrices. Que si un cristal roto, que si "yo no pago a las putas..." y, claro, los pusieron en la calle.
¿Qué es lo que hace este padre de la patria?, ¿marcharse a su casa a dormir la mona? Nooo. Allí cerca había una comisaría, ¡se iban a enterar esos desgraciados!. Y se presenta el senador con la tropa, y la trompa, y ordena a la policía que proceda contra el club de alterne. Pero resulta que el Patriarca se equivocó de lugar, no, no estaba en su terruño, donde por lo visto está acostumbrado a hacer y deshacer, y la policía le indica que formule como cualquier hijo de vecino la correspondiente denuncia y se vaya a acostar.
¡Esto ya fue el colmo!¡que le hablen así a él, senador, presidente del Cabildo, delante de su retoño, el día de su descapullamiento!
En fin, ya saben como acabó aquello: noche en el calabozo y diligencias policiales. Pero no acaba aquí la soberbia de este individuo que aparece en comparecencia pública para negar la mayor: nada de masajes sexuales y el agredido es el menda. Si te lo crees bien y si no también. En La Gomera las opiniones son tibias y condescendientes: "Él es el que nos da trabajo, nos da las becas y nos paga los entierros" (de bien nacido es ser agradecido) y es que la gente tiene bien asumido que el que maneja el dinero de nuestros impuestos es nuestro benefactor y se le pueden perdonar estos pequeños deslices, no vaya a ser que venga otro y nos quite el pan de la boca.
En fin, pueblo de Dios.
El padre de la patria gomera Casimiro Curbelo

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