sábado, 31 de diciembre de 2016

PISA

Pisa es una pequeña ciudad italiana, capital de la Toscana, con mucha historia a sus espaldas. Fue una gran potencia marítima entre los siglos X y XIII y, además, en ella nació el gran Galileo Galilei.
Pero resulta que PISA es también la abreviatura de Programme for International Student Assessment, que es el estudio que se realiza cada tres años la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) a los estudiantes de 15 años de los países que la integran. La característica que nos afecta es que los españoles solemos ser de los últimos del listado, Canarias, como no participaba de dicho estudio, no salía retratada. Ahora, en este último informe sí lo ha hecho. 
En el Informe PISA 2015, España mejora respecto al anterior de 2012, situándose en la media de los países de la OCDE. En lo que nos afecta, en Canarias, salimos de los últimos de las Comunidades de España en Ciencias, comprensión lectora y somos los últimos de España en Matemáticas, véase el enlace: Informe PISA 2015
Mientras en este gran país en el que vivimos, el debate escolar se centra en si se les mandan muchos deberes a los chicos, deberes, por otra parte que no se hacen en la mayoría de los casos. Chicos que van a clase supercargadísimos de libros, con mochilas llenas de libros que no les sirven para nada (recuerdo aquellas viejas enciclopedias que en un sólo volumen tenían las matemáticas, las ciencias naturales, la historia y la gramática), portando, eso sí, el último modelo de teléfono móvil para wasapear con los colegas, grabar vídeos y causar bullying a otros compañeros, o cualquier otra gilipollez (con perdón, que el bullying es una cosa seria). Teléfonos móviles obsequiados por padres amantísimos de sus hijos, que lo único que están consiguiendo es crear inútiles, pagados de sí mismos. Mientras tanto, se cuestiona la labor del profesor y se le deja sin autoridad. Cualquier machango de estos que replica al profesor, faltándole al respeto. Pero esto simplemente es el reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde no se respeta al prójimo, ni se inculcan valores a los hijos, donde a los chicos menores de 15 años se les permite estar por ahí, en la calle, sin control. Luego vemos los botellones y casos de intoxicación etílica de menores (alguna con resultado de muerte). ¿No tendrían que, de alguna manera, pagar los padres de esos menores por la forma en que están criando a esos amantísimos hijos?.
Creo que fue el otro día 26 de diciembre cuando escuché en el veterano programa de radio "La ventana" en la Cadena Ser, una interesante noticia sobre el resultado de un estudio que relacionaba directamente el nivel educativo de un niño con la cantidad de libros que tuviera la biblioteca de su casa. Ni padres licenciados, ni catedráticos, lo que marca la diferencia es el nivel de la biblioteca familiar. Curiosamente los resultados del Informe Pisa coinciden con estos estudios: las Comunidades donde la biblioteca familiar es mayor son las primeras del ranking nacional, lógicamente, los canarios somos de los últimos, de los que menos importancia damos a los libros.
Algunos recordarán aquella campaña del Ministerio de Cultura: "si tu lees ellos leen"



Los padres, los abuelos, deben de ser el referente de lo hijos y nietos.
Yo sólo puedo aportar mi experiencia personal. Mis padres no tienen formación universitaria, ni en las cercanías familiares había nadie que la tuviera. Sin embargo mi abuela, en su humildad, posee una gran biblioteca: Colección Reno, Aghata Christie, Sven Hassel, vale que no son la crem dela crem de la literatura, pero a mí me creaba un prurito ver siempre leyendo a mi abuela. También tenía muchos de Pearl S. Buck. Luego estaba mi tío, gran aficionado a las noveluchas del oeste, Marcial Lafuente Estefanía sobre todo. 
Un día encontré una joya, una novela empolvada, arrugada y sucia por ahí arrinconada: "Nudo de víboras" de François Mauriac. Sin sospechar la importancia que tiene ese autor, la leí con una fruición difícil de definir, con la sensación de estar alimentando mi espíritu.
Puede ser que la novela que marcase definitivamente mi amor por la literatura fue la de lectura obligatoria en 2º de BUP: "El camino" de Miguel Delibes, a partir de ahí empecé a separar el grano de la paja, hay demasiados libros, imposible leerlos todos en varias vidas.



CARPE DIEM
 


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