jueves, 13 de febrero de 2020

Curso avanzado de sofística y mentiras simplemente

"Días extraños" es el título de la película de ciencia ficción de 1995 protagonizada por Ralph Fiennes:



Lo que está pasando en este país es extraño, el presidente Pedro Sánchez se ha convertido en el paradigma de mentiroso compulsivo. La mentira contumaz y sonrojante campa sin control en la rutina diaria de este individuo y de los adláteres que le acompañan. Es capaz de diferenciar entre las afirmaciones realizadas antes de ocupar el puesto de presidente y lo contrario en el cargo, como si ambas cosas tuviesen una valor veritativo distinto al de la lógica lingüística formal que considera que dos proposiciones contrarias no pueden ser ciertas simultáneamente (principio de no contradicción).
En la antigüedad clásica se produjo un momento parecido que hizo temblar los cimientos de la cultura griega. Los sofistas, eran una especie de profesores ambulantes que se ofrecían al que los necesitase, pero enseñaban sobre todo retórica, es decir, el arte de hablar en público convenciendo, que es lo que intenta hacer un político. Esto se convirtió en un problema en una sociedad como la griega que había desarrollado un nivel de pensamiento filosófico y matemático notabilísimo, muy por encima de lo conseguido hasta ese momento y muy por encima de lo que haya desarrollado cualquier civilización posterior. El más importante de ellos (así lo considera Platón que le dedicó un libro) es Protágoras
Lo realmente peligroso de ese movimiento filosófico fue la relativización de todos los aspectos de la vida, lo malo o lo bueno de las cosas dependía de según se mirara. Afortunadamente para Occidente surgió Sócrates como adalid de la virtud y la defensa de los verdaderos valores morales. No todo vale ni es relativo, hay objetivos y valores que hacen virtuoso a quien los practica. La reacción de Sócrates salvó al mundo griego de caer en las garras de los charlatanes sin escrúpulos.
Nosotros ahora tenemos una situación similar, nos afirman rotundamente una cosa y con la misma rotundidad hacen la contraria. Eso antiguamente se llamaba mentira y no lo tolerábamos. Ahora con la presunta excusa de un fin que justifica los medios vemos con descaro que Sánchez para mantenerse en el cargo no tiene problema de encamarse con independentistas y filocomunistas, cuando se presentó a las elecciones echando pestes de ellos. No teniendo problema en desportillar instituciones del Estado como la justicia para sus fines (presiones a jueces, abogacía del Estado y fiscalía, por citar sólo algunos), así como otras instituciones públicas en provecho propio como el CIS, que cocina las encuestas para que siempre le sonrían al rey Sol. Por el camino deja el uso descarado y nauseabundo de los medios públicos para sus frivolidades (el avión falcon para ir a conciertos y en helicóptero a la boda de un cuñado, Palacio de la Mareta con su séquito de cocineros, etc.). También es resaltable el excesivo ego del individuo, puesto de manifiesto en el libro que, deprisa y corriendo (por eso los errores en las citas), le escribió Irene Lozano (aquella individua que militaba con Rosa Díez en UPyD y que arremetió contra los que querían pactar con C's, para pasarse corriendo al PSOE cuando el barco de UPyD se hundía). Sólo el hecho que relata en el libro de marras de que mandó cambiar el colchón y pintar la habitación nada más llegar a la Moncloa le delatan como un megalómano impresentable.

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