sábado, 4 de diciembre de 2010

Concejales, manitas de ministro y otras delicias gastronómicas

No hace mucho al ir a cenar con mi mujer a una conocida tasca conejera, cuando la camarera nombraba los exquisitos platos de la carta le llegó el turno a uno que me sorprendió: "concejales".
-¿Concejales? (inquirí)
-Sí concejales, es decir, tollos (me respondió).
Lógicamente esbozamos una sonrisa ante la coincidencias de nombres entre el plato gastronómico y el cargo político. En Canarias decirle a alguien que es un "tollo" es llamarlo torpe, lerdo. Y, ciertamente, creo que el nombre le va como anillo al dedo.
Días después descubrí que este término no es sólo propio de Lanzarote, pues en un establecimiento de comidas para llevar de La Laguna tenían tollos y le comenté la anecdota a la dependienta (que es de Las Mercedes). Según ella este término es usado desde siempre por la zona.
Pero ete ahí que las similitudes de nombres de cargos políticos con platos gastronómicos no acaban aquí. Leyendo la recopilación de artículos de Arturo Pérez Reverte "Cuando eramos honrados mercenarios", me encontré con uno titulado "manitas de ministro".
En él, Arturo cuenta como en uno de sus viajes por carretera se detiene a comer en uno de esos restaurantes muy frecuentados por gente trabajadora y llana. Y oye como el camarero lee la carta a una mesa, entre otros platos nombra las "manitas de cerdo". Después de una pequeña pausa uno de los comensales dice:
-Ponme uno de esas "manitas de ministro".
Ni una sonrisa en la mesa, todos concentrados en su plato.

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