sábado, 5 de noviembre de 2016

Aurora, la de rosáceos dedos

A las seis de la mañana, mientras me siento la persona más infeliz del mundo, voy renqueando, paseando a los perros alrededor del Charco. Entre dolores de la pierna izquierda y con la rodilla derecha maltrecha. A pesar de todo, no puedo evitar sentir una alegría inmensa de estar vivo cuando empieza a amanecer y se despliega esa variedad cromática.
Homero, cuando en la Ilíada describe el amanecer en las playas de Troya, simplemente decía Aurora, la de rosáceos dedos. ¡Qué sublime epíteto!. Así caminando con renovadas energías, mientras la Aurora abre sus bellos y rosáceos dedos, aspiro con más profundidad el aire y soy feliz. Aminoro el paso, mientras miro embobado y pienso en los amaneceres legendarios, hace miles de años, durante la bella guerra de griegos y troyanos.
Aquiles poderoso arremetiendo contra el gran Héctor en una lucha sin igual, mientras aurora de rosáceos dedos abre sus manos. Aquiles invencible y el noble Héctor, llevado a esta guerra por el insensato Paris. Héctor finalmente derrotado y humillado su cadáver, arrastrado por el carro de Aquiles alrededor de las murallas de Troya. No te quedará mucho tiempo más Aquiles, para saborear tu victoria, pues la justiciera flecha de Paris herirá tu desprotegido talón, Apolo no te perdonó.


Aurora, la de rosáceos dedos
A mi amigo Santos dedicado

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