viernes, 8 de mayo de 2020

SÁNCHEZ Y LOS ZARAGÜELLES ROTOS

Diálogo de perros es una de las Novelas ejemplares de Cervantes, en ella participan dos perros, Cipión y Berganza, que dialogan de sus vicisitudes a lo largo de su perruna vida con los sinvergüenzas de dueños que les han tocado en suerte. En un momento dado, Berganza le dice a Cipión: "Eso es lo que yo digo, y quisiera que a estos tales los pusieran en una prensa, y a fuerza de vueltas les sacaran el jugo de lo que saben, porque no anduviesen engañando el mundo con el oropel de sus gregüescos rotos y sus latines falsos, como hacen los portugueses con los negros de Guinea."
 En esa genial obra, Cervantes pone delante del espejo a más de un cantamañanas que anda por el mundo presumiendo de sabiduría ante pobres diablos, sin tener ni idea de lo que se dice y, peor aún, no diciendo nada e intentando quedar como un erudito, engañando a los demás. Los zaragüelles (pantalones) rotos representa, metafóricamente, la indigencia mental del individuo hablando en latín (un idioma que tampoco conoce) a los que el considera inferiores (los negros de Guinea, en el África colonial portuguesa).
No me diran que esta situación no representa magistralmente a Pedro Sánchez hablando de fases de desescalada (palabra que no existe en el diccionario, ¿por qué no descenso?) para volver a la nueva normalidad (¿cómo se puede volver a algo que es nuevo?¿cómo puede ser nueva la normalidad?). Toda una sarta de perogrulladas, obviedades, y hasta, podría decir, de oximorones, si se tratase de un individuo culto, pero no, no es el caso. El doctor Sánchez sólo se limita a leer lo que le ponen delante...lo que le pone delante un presunto comité de expertos. Un comité de expertos secreto, según declara Fernando Simón (a éste tenemos que quitarle el título de doctor, porque no lo es; ni siquiera está colegiado, ni se le conoce publicación científica alguna).
Otro motivo más para ver a estos nuevos portugueses con los zaragüelles rotos, hablando maravillas de un presunto comité de expertos secreto, que por ley, y por decencia, no puede ser secreto.
 Después de esto, ¿qué opción nos queda, salvo abrir la boca (sin decir nada), y los ojos también, y maravillarnos de todo ese universo de sabiduría que nos rodea?



 

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