domingo, 24 de abril de 2011

Árboles

Muchos de los árboles que se encuentran en nuestras ciudades están ahí desde mucho antes de que hubiésemos nacido. Han formado parte del paisaje de la misma toda nuestra vida. Nos han visto crecer y envejecer, y nosotros no éramos conscientes de ello.
En La Laguna, por ejemplo, hay unas araucarias monumentales en un chalet situado por el parque de la Junta Suprema. También hay una gigantesca en frente de la dulcería de La Princesa, donde acaba la calle Carrera, antes de llegar a la iglesia de La Concepción (plaza de La Concepción). En esta última araucaria colocaban años atrás durante las fiestas navideñas paquetes envueltos en papel de regalo. Recuerdo que siendo niño miraba esos paquetes con desconsuelo antes de los Reyes. Creo que dejaron de colgar las cajas porque decían que era peligroso, que las ramas se podían partir o algo así.
En la avenida de la Trinidad, también en La Laguna, antes de que se construyesen los aparcamientos subterráneos y de que se pusiese el tranvía, había una cantidad considerable del llamado pino de oro en los parterres que separaban los dos sentidos de la circulación. Y un buen día le metieron la sierra y nunca más se supo. Ahora tenemos tranvía y aparcamientos pero no tenemos árboles. ¿Es el progreso?
También en Arrecife en el parque Ramírez Cerdá había unas imponentes araucarias, donde anidaban unas garzas (estas garzas son aves migratorias y sólo recalaban en Lanzarote de paso, pero hace ya algunos años se asentaron y desde entonces han sacado algunas polladas). Se hizo toda clase de intentos por echarlas de allí ... y lo consiguieron pero también mataron las araucarias. Las talaron y aquí paz y mañana gloria

No hace mucho leí la noticia de que unos vecinos trataron de evitar la tala de unos laureles de indias situados en el margen de la carretera del Bailadero (Las Mercedes). Es lógico, esos árboles forman parte de su identidad y un pueblo sin identidad no es nada. Por eso hay que luchar para que no nos la quiten con cualquier falso pretexto de seguridad u otra mamarrachada.
¿Qué sería de Icod de los Vinos sin su centenario drago?, ¿qué del Hierro sin la leyenda del Garoé?. ¿Se imaginan la avenida marítima de Santa Cruz sin los laureles de indias?
Hace unas semanas presencié como arrancaban, sí a los bestia, un cupreso que siempre estuvo en el jardín de la residencia de catedráticos de universidad en la calle Heraclio Sánchez de La Laguna, enfrente de la librería Lemus. La escusa es que las ramas resultaban peligrosas para los viandantes.
Si toda esta barbarie pasa delante de nuestros ojos y no hacemos nada, en cierta manera somos cómplices de la misma.
            
Araucarias en La Laguna
Laureles de indias en Las Ramblas de Santa Cruz de Tenerife

Momento en que arrancan un cupreso en La Laguna
Pino de oro (grevilea)

1 comentario:

  1. Tienes razón, de hecho en mi jadrín quieren quitar una araucaria que planté, hay muchisimo espacio y he ido a hablar con la perita de jardineria al ayuntamiento de La Laguna y no da la cara.

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