miércoles, 13 de abril de 2011

Triste historia

Arturo Pérez Reverte, en uno de sus artículos dominicales de la revista XL (artículos recopilados en el libro "Cuando éramos honrados mercenarios", edit. Alfaguara) titulado "Bandoleros de cuatro patas" comenta una de esas noticias que de vez en cuando salen en los periódicos, relativa a el ataque de un grupo de perros asilvestrados al ganado. Cómo después de una intensa batida aparecen detenidos por la Guardia Civil los presuntos culpables de la matanza, como si fuera una versión canina de lo que ocurre cuando los detenidos son humanos: la foto de uno, un tiñalpilla, con cara asustada afirmando hasta el último momento que él no fue, y el otro con gesto altivo y desafiante.
Comenta don Arturo la profunda tristeza que esto le produce porque sabe lo que hay detrás: perritos que un día fueron regalo de cumpleaños o reyes o capricho pasajero y que al cabo de un tiempo fueron abandonados. Que sobrevivieron al calor y al frío, a la soledad del camino; y que el destino unió.
Se consuela Arturo pensando que esa forma de actuar de estos perros es una forma de venganza contra el ser humano que tan mal le trató.
Sirva el prólogo anterior para introducir la historia, también triste, de los perros acogidos en las protectoras de animales y que pasan años sin que nadie se acuerde de ellos y los adopte.
La siguiente historia está en la página de la protectora de animales Sara de Lanzarote.

Carpe Diem

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